jueves, 22 de agosto de 2013

LA REFORMA Y EL AJUSTE EN LA UNIVERSIDAD


La reforma en las universidades argentinas ha venido aplicándose con distintos grados de intensidad. Teniendo como caso testigo la situación de la educación universitaria en Chile, podemos decir que ha sido la movilización de trabajadores y estudiantes argentinos a lo largo de las últimas dos décadas uno de los principales frenos al avance del proyecto del Banco Mundial para la educación superior en América Latina.

El caso chileno es extremo, algunas de sus características son: el sistema público es arancelado con altas tasas, existe un avanzado proceso de descentralización en detrimento de la planificación nacional de la oferta educativa; el capital privado juega un rol fundamental en el mantenimiento de las instituciones y los planes de estudio están en plena sintonía con las necesidades del mercado (de esta manera, se crean las bases materiales para liquidar la autonomía universitaria); a la vez que existe un complicado y a la vez aceitado sistema de evaluaciones y promedios (Prueba de Selección Universitaria) que deja una gran cantidad de jóvenes afuera de la carrera que realmente desean estudiar. Esta prueba funciona a nivel nacional y para prepararse los estudiantes deben concurrir a institutos privados.
Los aspectos generales de la educación chilena tienen una relación directa con los que encontramos en las leyes que regulan la educación superior sancionadas a lo largo de toda América Latina.
Es a partir del Consenso de Washington que se intentan instrumentar estos cambios, y la educación superior no ha estado al margen de la situación general del sistema educativo público.
Las desigualdades en los niveles de aplicación obedecen a varios factores.

Como decíamos en un comienzo, en Argentina fueron los procesos de movilización en distintos momentos los que han impedidos a los distintos gobiernos avanzar todo lo que pretendían en esta reforma.
Sin embargo, se ha avanzado en la política privatizadora y mercantilizadota a lo largo de estos años y, fundamentalmente en dos períodos: en la década menemista y en la década kirchnerista.
Esto ha sido posible por la complicidad o la convivencia de las burocracias sindicales docentes y no docentes, así como también de la Federación Universitaria Argentina (conducida desde por el radicalismo agrupados en la Franja Morada, en acuerdo con el peronismo) y, jugando en muchos casos un rol protagónico, las federaciones de carreras o facultades de determinadas disciplinas, controladas por los consejos profesionales de las carreras en cuestión.

Menem comenzó el proceso de privatización con la sanción de la Ley 24.521 de Educación Superior en 1995, la cual aun se encuentra vigente. Esta ley considera la educación superior un servicio y no un derecho, le quita al estado la responsabilidad de su pleno funcionamiento y abre el camino a la privatización, promoviendo la creación de aranceles y de convenios con empresas multinacionales para autofinanciarse. A la vez que crea la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU), encargada de evaluar y acreditar los planes de estudio.
La CONEAU, como parte del proceso de privatización de la educación superior, impuso el mismo rumbo que el adoptado por las universidades de Europa1 y EEUU; donde en las carreras de grado se reducen los contenidos y no incorporan los nuevos conocimientos, lo cual implica recurrir a los posgrados. Este organismo modifica los planes de estudio de las carreras de grado, los vacía de contenidos, y coloca esos conocimientos en posgrados arancelados.
Este modelo educativo exige la constante cualificación de los estudiantes para poder acceder a los puestos de trabajo que el mercado laboral impone. El problema radica en que solo una pequeña elite se encuentra en condiciones económicas de obtener dichas especializaciones, debido al alto arancelamiento de estos posgrados.
Un ejemplo claro de recorte es el que se dio en la Facultad de Odontología de la UBA, el estudio de implantes y conductos no forma parte de la carrera de grado sino parte de un posgrado cuyos costos rondan entre los miles pesos.

Daniel Filmus, ex Ministro de Educación y actual senador de Frente para la Victoria asegura en su artículo “La educación en el tercer milenio” que en el futuro habrá una focalización en las carreras universitarias, el título de grado requerirá menos años de estudio pero su función principal será la de habilitar el acceso a un “curso de especialización”.
Con vistas a futuro, Filmus también sostiene que el cambio permanente en la tecnología impedirá a las instituciones educativas formar a estudiantes en el correcto manejo de la tecnología de punta. Por lo que la capacitación será ofrecida desde las propias empresas.
Un ejemplo es el convenio firmado por la Universidad Tecnológica Nacional y la empresa automotriz Volkswagen, el cual apoyo la presidenta Fernández y el Ministro de Educación. La universidad estatal responderá por los costos de la formación de sus profesionales y la empresa alemana participará de la elaboración de los planes de estudio.

De esta forma, la CONEAU achica los títulos de grado, limitándolos a una mínima aplicación práctica, los contenidos tradicionales de muchas de las carreras acreditadas son ofrecidos en postgrados arancelados y las reformas de planes de estudio hechas por la CONEAU se elaboran en consonancia con los intereses de las empresas privadas que operan en las regiones en las que se emplazan las universidades.
Son conocidos los casos en los que grandes multinacionales (como Repsol, Techint, Monsanto) asesoran a los departamentos de distintas carreras en las reformas necesarias para la “actualización” de los planes de estudio, violando de esta manera la autonomía universitaria.


El Kircnerismo no solo siguió implementado esta ley privatista sino que también en 2006 sancionó las Leyes de Educación Nacional y de Financiamiento Educativo (LEN – LFE) y avanza aun más en esa lógica. El vínculo de la educación con los intereses del capital privado se hace más estrecho al hablar de porcentajes del PIB para financiar el sistema. Se reafirma la necesidad de que la universidad se financie con “servicios a terceros”. Y se profundiza la utilización de los estudiantes como mano de obra barata o gratuita en la producción a través de los sistemas de pasantías.
Su aplicación ha tenido mucha resistencia en los primeros años, con el caso emblemático del rechazo del Consejo Superior de la UBA. Sin embargo, a partir de distintas maniobras políticas, han podido avanzar en la aplicación de algunas políticas.

Actualmente las universidades públicas más grandes utilizan más del 90% de sus recursos para pagar salarios. El resto de las partidas son giradas por el Ministerio del Interior o el Ministerio de Educación, pero para objetivos específicos y consensuados con estos ministerios.
La otra vía de financiamiento es la actividad privada, lo que deviene en que las carreras desarrollan investigaciones solo con el fin de obtener dinero, y las universidades aceptan partidas presupuestarias de empresas mineras como La Alumbrera y otras multinacionales a cambio de su injerencia dentro de la universidad.
Por la vía de las partidas presupuestarias extraordinarias o la actividad privada, se lesiona y ataca nuevamente la autonomía y autarquía universitaria.
El arancelamiento de trámites, del ingreso, de la posibilidad de rendir materias libres o cursarlas en verano también son formas de autofinanciamiento que utilizan las universidades, otro medio es la creación de actividades de extensión universitaria que nada tienen que ver con la producción de conocimiento o el desarrollo de la sociedad, como ocurre, por ejemplo, en la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM) que ofrece cursos de equitación a $250 la clase semanal.
Por otra parte, al descentralizar el sistema, se han creado un sin número de universidades “nacionales” que en los hechos son regionales. Estas universidades, al ser hijas de las nuevas leyes educativas, son montadas a imagen y semejanza del plan educativo del gobierno. Le “pelean” la matrícula y el presupuesto a las universidades clásicas. Ofrecen carreras y especializaciones con planes de estudio de bajo nivel teórico en muchos casos, o de exclusividad absoluta de la mano de altos aranceles. En su diseño, se estila la utilización de “departamentos” en lugar de las clásicas facultades, de esta manera se hace más borroso el lugar de los órganos colegiados del gobierno universitario. A la vez que atraviesan procesos “normalizadores” llenos de irregularidades, en donde el Rector es la autoridad suprema y se gobierna por decreto. A su vez existen fuertes conexiones entre estas universidades y las intendencias y gobernaciones en donde estas universidades funcionan, utilizando a estas últimas como una caja para hacer negociados o una chapa para legitimarlos.

A nivel del ingreso, aunque no existe aún un sistema nacional de restricción al acceso como en otros países se han implementado distintas herramientas para filtrar el libre acceso a la educación superior. Es conocido el caso del CBC de la UBA, que actúa como filtro encubierto disminuyendo la matrícula de las facultades. Pero esta política es desigual según la universidad en la que nos situemos. Existen ingresos directos, cursos nivelatorios, exámenes de ingreso, o apertura de carreras por ciclo (se abre la carrera para una promoción con cupo y luego se cierra). No se ha logrado amalgamar las situaciones del conjunto de las universidades, aunque podemos identificar que la política más utilizada es la de eliminación por “nivelación” (como en la UBA).
Además, el Gobierno recorta directamente presupuesto destinado a la educación, sólo éste año 2013, se eliminaron más de 23 mil becas, y no garantiza aspectos básicos como un “boleto” de transporte educativo, guarderías y comedores que permitan el acceso y el mantenimiento en el sistema educativo.
Así el ahogo presupuestario, la privatización, las restricciones al ingreso y a las posibilidades de continuar los estudios, se vuelven las variables determinantes de la educación superior y esto se ve reflejado directamente en la realidad, el 58% de los estudiantes universitarios abandonan la carrera en el primer año y de los que siguen, un 20% nunca la termina. Desde 1992 a la fecha el porcentaje de estudiantes que viene de la escuela pública bajó de un 54% a un 39% en la actualidad.

Peleas contra la LES y organización estudiantil


El movimiento estudiantil argentino sigue teniendo planteado ocupar el lugar protagónico que conquistó en la histórica Reforma Universitaria del 18, siendo uno de los estudiantados latinoamericanos con más tradición de lucha. A mitad del siglo XX, supo unirse con el movimiento obrero organizado, protagonizando jornadas como las del Cordobazo.
En las últimas décadas, protagonizó duras luchas. En el 95 peleó para evitar la sanción de la LES; fue una gran batalla, pero fallida. Luego, el estudiantado estuvo a la vanguardia de la pelea contra el recorte presupuestario de Menem en el 99’ y el intento de arancelamiento de López Murphy, durante el gobierno de la Alianza.
En la década kirchnerista, existieron distintos picos de movilización que desembocaron en los tres encuentros contra la LES desarrollados entre 2004 y 2006. Sin embargo, no se ha podido evitar la sanción de la nueva LEN, sucesora de la Ley Federal de Educación menemista. Sin embargo, el gobierno no ha podido avanzar con una nueva ley de educación superior. El año pasado, la movilización de los secundarios porteños empalmó con los reclamos sentidos de un conjunto de facultades en Capital Federal y otros puntos del país, pero el proceso se desactivó, obteniendo algunas conquistas parciales.

A nivel de la organización del movimiento estudiantil, es urgente avanzar en construir una corriente que dispute la dirección de los centros y federaciones estudiantiles. Denunciando el carácter entreguista de la dirección radical de la FUA y el intento de las distintas expresiones del peronismo de recuperarla para convertirla en una colateral del Ministerio de Educación. Combatiendo las políticas sectarias y vanguardistas de sectores de la izquierda que dirigen algunas importantes federaciones regionales y orientan los procesos de lucha a un callejón sin salida, privilegiando la construcción de la propia organización antes que el fortalecimiento del proceso de movilización.
Nuestro programa debe ser internacionalista, en la medida que entendemos el ataque a la educación como un plan contintental y mundial.
Queremos construir un movimiento estudiantil clasista, que defienda el derecho de los trabajadores a acceder a la educación. Entendemos la alianza obrero estudiantil como estratégica. Sabemos que la tarea de la defensa de la educación pública debe ser llevada adelante por el conjunto de los trabajadores y el pueblo. Apoyamos las luchas obreras y populares. En ese sentido, al interior de las universidades, somos profundamente solidarios con las luchas del claustro docente y no docente, por reivindicaciones económicas y políticas, y nos solidarizamos con los procesos de organización que se desarrollan en oposición a la burocracia y al gobierno.
Queremos un movimiento estudiantil opositor a los planes del gobierno y del imperialismo. Contra sus leyes educativas, sus políticas de ajuste y el ahogo presupuestario.
En nuestras universidades, defendemos la autonomía y la autarquía. Defendemos la libertad de cátedra y de conciencia, y las libertades científica y artística.
Estamos por el ingreso irrestricto, peleamos por garantías para la permanencia en las universidades y el egreso de ellas.
Al interior del movimiento estudiantil, defendemos los métodos democráticos y la lucha como salida para encarar y resolver los problemas de la educación publica.

En síntesis:
¡Defendamos el DERECHO a una educación pública, gratuita, por el desarrollo científico y artístico al que todos podamos acceder!

  1. ¡No a la Reforma Educativa! ¡Abajo los planes privatistas del Banco Mundial! ¡La educación es un derecho, no una mercancía!
  2. ¡Por Universidades Públicas que respondan a los intereses del pueblo y los trabajadores, no de las transnacionales!
  3. Contra la Reforma Educativa en las Universidades: ¡Fuera la LES! No a la CONEAU, ¡sí a la autonomía universitaria!
  4. ¡Por una educación pública con 100% financiamiento estatal! ¡No al arancelamiento de las Universidades Públicas!
  5. ¡Ningún subsidio a la educación privada!
  6. Que el Estado garantice nuestro derecho de acceder a la Educación Pública: ¡Por un sistema de becas que garantice la permanencia en las aulas! ¡Por comedores y jardines maternales gratuitos!
  7. ¡Por mejores condiciones de estudio: aulas, horarios, materiales, obra social!
  8. ¡Por el acceso irrestricto a las Universidades públicas! ¡No a los filtros de ingreso!
  9. ¡Democratización de los órganos de cogobierno! ¡Por mayoría estudiantil en las instancias de decisión de la universidad!
  10. Que no nos cobren la crisis a nosotros: ¡No al pago de la deuda externa! ¡Por más presupuesto para la educación pública, gratuita y de calidad!
  11. ¡Por la unidad obrero estudiantil para defender la educación pública!
  12. ¡Por un movimiento estudiantil democrático y combativo que enfrente las políticas imperialistas del gobierno de Cristina!

1 En Europa se lleva a cabo también una reforma universitaria que se denominó Plan Bolonia y fue iniciada a finales de la década del ’90.

1 comentario:

  1. Compañeros, chequeen la pagina que se ve deforme. Las imagenes se superponen sobre el texto.
    Saludos!

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